Fotos por Manolo R. Solís
En el corazón de Mérida, una antigua casa abandonada ha sido transformada con una delicadeza que conmueve. El proyecto, a cargo de Veinte Diezz Arquitectos, liderado por José Luis Irizzont Manzanero, reimagina la vida en torno a lo que ya existía, en lugar de borrarlo. Esta intervención sensible y sostenible es un testimonio de cómo la arquitectura puede dialogar con el pasado para construir futuro.
En lugar de optar por la demolición, el estudio —reconocido por su enfoque contextual y el uso de materiales locales— propuso una estrategia minimalista y respetuosa: conservar el 70 % de la estructura original, incluidos los muros de mampostería, y reconfigurar la casa mediante seis volúmenes (tres abiertos y tres cerrados) conectados por patios.

Esta composición genera transparencia visual, ventilación cruzada y una experiencia fluida entre interior y exterior.
El uso de cal en tonos naturales, hormigón estriado a mano y estructuras expuestas aporta honestidad y coherencia a la intervención. Las claraboyas en forma de medialuna sobre los baños no solo iluminan, sino que enmarcan el cielo como un elemento arquitectónico más.

La propuesta no solo honra la memoria del lugar, sino que también se alinea con prácticas de reutilización adaptativa y diseño pasivo, reduciendo el impacto ambiental y reforzando la identidad cultural de la vivienda. El resultado es una casa que respira, acoge y cuenta su historia con cada sombra y cada muro revelado.
Una obra que no impone, sino que escucha. Y en ese gesto, conmueve.

“Más que crear una casa nueva, quisimos recuperar la que ya existía, revelando su potencial a través del ritmo de los patios, las curvas y la luz”, expresa Irizzont Manzanero.
In Mérida, Veinte Diezz Arquitectos transformed an abandoned house by preserving 70% of its original structure, embracing a respectful and minimalist approach. Through a reconfiguration of interconnected volumes, natural materials, and thoughtful design, the project honors the past while advancing sustainability. This is architecture that listens—reviving history with sensitivity.