La neuroarquitectura y el triángulo de trabajo
Por Arq. / di. Edwina González / e.go
¿Puede que el diseño de circulación de tu cocina sea el motivo de fatiga o cansancio a la hora de cocinar? La cocina es más que un simple espacio para preparar alimentos, es el corazón de una casa, un lugar de reunión que influye directamente en nuestro bienestar tanto físico como emocional. Su distribución y diseño efectivos apoyan la ergonomía, que es un pilar de diseño en la Neuroarquitectura.
Este mes de mayo seguimos celebrando y es en la cocina, lugar donde no solo se preparan los alimentos, sino que se conversa y se colabora. Por eso, la distribución de elementos en la cocina debe ser práctica y funcional, permitiendo un flujo armonioso de las actividades. Esto es lo que conocemos como el triángulo de trabajo. Este debe conectar de manera fluida y correcta. Las tres principales áreas de una cocina son:
Los muebles y accesorios deben estar cuidadosamente seleccionados para maximizar la comodidad y la eficiencia en las tareas culinarias. Superficies de fácil mantenimiento y durabilidad son fundamentales en este tipo de diseño. El posibilitar la introducción de iluminación natural y la inclusión de iluminación artificial regulable, promueve la estimulación positiva del ritmo circadiano.
La presencia de plantas o la conexión visual a un exterior vegetado como lo es un jardín y la incorporación de materiales nobles no solo añaden un toque estético, sino que también promueven una conexión más profunda con la naturaleza.
En la Neuroarquitectura, el diseño de cocinas va más allá de lo puramente funcional.
Se trata de crear un espacio que inspire, nutra y enriquezca la experiencia de cocinar y compartir momentos con los seres queridos. Cada detalle, desde la disposición de muebles, hasta la elección de materiales, se lleva a cabo cuidadosamente para fomentar el bienestar físico y emocional en este espacio tan vital de la casa.