Una experiencia paternal formativa de hijos resilientes y de padres más seguros de sí mismos. 

por Mario Alberghini

 

 

Mucho se ha hablado sobre los cambios en materia de etiqueta que definirán a nuestra sociedad en la post-pandemia. Uno de los más comentados se refiere a la adopción de nuevos códigos de vestimenta, los cuales se distanciarán de la búsqueda de confort que ha definido la última década, y favorecen un estilo más estructurado, que combine la elegancia con la comodidad. Vaya consecuencia irónica de un período tan incierto, pero muy bienvenida en tiempos de grandes retos sociales, económicos y medioambientales. 

 

Nuestra imagen nos provee con herramientas que inspiran a nuestros hijos por medio del modelaje de roles, por lo que adoptar una imagen disímil a la de nuestros hijos envía un mensaje claro sobre los diferentes papeles que jugamos en nuestro hogar. Un ejemplo de este modelaje puede ser la adopción de un código de vestimenta profesional menos casual, el cual comunica claramente la diferencia entre el tiempo y espacio en el cual nos dedicamos a hacer aquello que nutre nuestra fuente de ingresos, y el tiempo libre. En este modo, aunque trabajemos desde la casa, será mucho más fácil lograr períodos de trabajo ininterrumpido, y asignarle una particular importancia a nuestra rutina profesional por parte de nosotros mismos, nuestros hijos y nuestras parejas. 

 

 

Lo que consideraremos normal en unos meses depende de múltiples factores que no podemos controlar. Pero sí podemos controlar nuestro enfoque, lo que proyectamos, y nuestras acciones para transformar gran reto en una experiencia paternal formativa de hijos resilientes y de padres más seguros de si mismos.