El nombre de Emilio Olabarrieta es sinónimo de elegancia, creatividad y perfección en el mundo de los eventos. Desde 1996, su firma Emilio Olabarrieta Event Atelier ha marcado pauta en Puerto Rico y el Caribe, diseñando experiencias que trascienden lo visual para convertirse en momentos de emoción pura.
Con una visión que combina arte, logística y sensibilidad estética, Emilio ha elevado el diseño de eventos a una forma de arte total, reconocida por publicaciones internacionales como InStyle, Martha Stewart Weddings y Grace Ormonde Wedding Magazine.
Conversamos con Emilio sobre su filosofía de diseño, su evolución creativa y la manera en que logra que cada evento cuente una historia única.

1. Tu enfoque hacia la creación de experiencias es muy distinto. ¿Cómo logras combinar arte, emoción y logística para transformar un evento en una vivencia inolvidable?
Para mí, cada evento debe ser completamente memorable; esa es la palabra que siempre tengo en mente. Uno recoge experiencias de todos los viajes, y eso es muy importante.
Mi primera parada en cualquier destino que visito suele ser un museo. Me encantan los museos de arte contemporáneo y moderno, porque encuentro inspiración no solo en las obras, sino también en la arquitectura y los colores. Todo eso me inspira; para mí, es fundamental.
Me concentro en transmitir toda esa emoción en cada uno de mis diseños. Por eso, me gusta apelar a todos los sentidos. Cuando logras conectar con ellos, consigues que los invitados se conviertan en cómplices de tu trabajo y entren en el mundo que has creado especialmente para ellos.
Algo muy importante es que, para mí, cada evento —sin importar su tamaño— tiene el mismo nivel de importancia. Cada uno debe ser memorable, con una paleta de colores espectacular y un toque artístico distintivo.

2. Llevas casi tres décadas marcando tendencia en Puerto Rico y el Caribe. ¿Qué cambios has observado en la industria del diseño de eventos y cómo mantienes tu sello creativo en constante evolución?
Me encanta esa pregunta, porque después de casi tres décadas en el mundo del diseño, he visto cómo todo ha cambiado radicalmente. Desde que comenzamos hasta hoy, la transformación ha sido trascendental.
Lo más importante es mantenerte fiel a quién eres y conservar tu esencia. Las modas van y vienen, pero si sabes quién eres, puedes adaptar los estilos y hacerlos tuyos, siempre escuchando al cliente. No me dejo llevar por las tendencias; las adapto de manera que encajen con mi trabajo.
Sobre todo, mantengo ese sello que me distingue, ese estilo propio que me hace único. Como dije al principio, las modas pasan, las tendencias cambian, pero la esencia permanece. Creo que esa es la clave del éxito: hemos evolucionado con las tendencias sin convertirnos en una más de ellas, manteniendo siempre nuestra identidad y el sello que caracteriza nuestro trabajo.
Entre las cosas que he aprendido está el uso de la tecnología. Es muy importante saber cómo lograr una comunión entre lo moderno y el estilo propio. Me gusta mucho esa fusión de estilos, siempre y cuando se sepa unir con coherencia y sensibilidad.
Otra cosa fundamental es que no me dejo influenciar por lo que todos observan. No me dedico a copiar lo que veo en redes sociales; al contrario, busco inspiración en otros medios. Me encanta la lectura y las revistas de paisajismo, de diseño de interiores y de moda, porque todas aportan ideas frescas que pueden adaptarse a los nuevos estilos y tendencias que aplicamos en cada evento.

3. Tus eventos han sido reconocidos internacionalmente por su estética y originalidad. ¿Qué papel juegan el diseño espacial, visual y emocional en la forma en que cuentas una historia a través de cada evento?
Lo primero y más importante para mí es apreciar el espacio. El espacio cuenta historias; no puedes ir en contra de lo que te ofrece. Al contrario, debes hacerlo tu aliado.
Cada evento que realizo tiene una historia. Junto a mi equipo, creamos un relato que da vida a la experiencia. Les explico el concepto, el mundo que quiero transmitir, y cada uno de ellos se convierte en un personaje dentro de esa historia. Así, cuando los invitados llegan, sienten la esencia de lo que queremos comunicar.
Para mí, un evento sin esencia o sin historia es un evento sin vida, sin conexión. Toda celebración debe tener un principio, un desarrollo y un final. Por eso insisto tanto en la importancia de la primera impresión: esa entrada inicial es la que marca el comienzo de la experiencia.
Esa historia debe fluir de manera natural desde el inicio hasta un cierre memorable. Me gusta que la experiencia tenga un final feliz, espectacular, que deje una sensación de plenitud. Esa transición, desde la entrada hasta el desenlace, es lo que convierte un evento en algo verdaderamente inolvidable.