Redescubriendo la terracota como raíz, refugio y recordatorio de hogar
Por Gabriela Fontán
Los primeros seis meses de este año los he vivido en movimiento. Entre aeropuertos, maletas y esa lista interminable de lugares por visitar guardados en Google Maps. Nueva York, Bali, Puerto Rico, Mexico y Arizona, cada espacio que he habitado me ha ofrecido algo distinto: una vista, una rutina, un aroma. Pero también, en medio de tanto cambio, he descubierto que hay detalles que me anclan. Uno de ellos, inesperadamente, fue el suelo de un baño.
Estaba en Arizona, en un hogar con carácter y calidez. En los baños, el piso de losa de terracota me detuvo. No es algo que suelo ver en baños modernos — y sin embargo, algo en su textura, su color rojizo quemado, su rusticidad, me hizo sentir una familiaridad profunda. Me recordó a Puerto Rico. Me recordó a casa. Ahí comenzó mi curiosidad. Quise entender por qué este material, tan común en Arizona y estados del suroeste como Nuevo México y Texas, me conectaba tan profundamente con la isla. Descubrí que, aunque hoy día se asocia con regiones mediterráneas y secas, la terracota también forma parte de nuestro ADN arquitectónico.

¿Qué es la terracota?
Terracota significa "tierra cocida". Es una baldosa hecha de arcilla natural que se moldea, se seca al sol y se hornea a baja temperatura. Dependiendo de la región, puede tener tonos desde amarillos suaves hasta rojos profundos, marrones o rosados, según el contenido de hierro en la tierra. Su textura porosa, su color cálido y su capacidad de envejecer con gracia le otorgan un alma inconfundible. Algunas losas se queman o abrillantan para disminuir la absorción de agua, pero muchas mantienen su acabado crudo y honesto.
Raíces en Puerto Rico
Antes de la llegada de los colonizadores, los Taínos ya trabajaban con arcilla roja local, creando vasijas, platos y figuras ceremoniales. Esta relación con la tierra y su maleabilidad era tanto funcional como espiritual. La arcilla era moldeada con respeto, secada al sol y usada en rituales y vida cotidiana.
Con la colonización española en el siglo XVI, llegaron nuevas técnicas de construcción. Las tejas criollas, hechas de la misma arcilla roja, comenzaron a cubrir techos. Y pronto, los suelos de casas coloniales en Ponce, San Germán y Viejo San Juan empezaron a vestirse de losas de barro cocido. La terracota en Puerto Rico no es una moda importada; es una tradición adaptada, con historia y peso.

Cultura Taíno | Dimivan Caracaracol Vessel, 1200-1500 | Material, Arcilla Roja
Arquitectura, simbolismo y alma
Caminar descalzo sobre terracota es una experiencia sensorial. Se siente fría en la mañana y tibia al atardecer. Simbólicamente, es una forma de volver a la tierra, de enraizarse. Por eso, este material ha sido protagonista de espacios como patios interiores, zaguánes y cocinas: lugares de encuentro, de paso, de vida lenta.
Ese baño en Arizona, con sus losas terrosas y la luz dorada filtrándose por la ventana, me hizo pensar en lo que verdaderamente busco en un baño: hogar, armonía y consistencia. Algo que me sostenga aunque todo a mi alrededor cambie. Un espacio para ser, para desconectar y volver a conectar.
Hoy, más que nunca, siento un deseo de volver a lo simple. A los materiales que nos conectan con la tierra. A redescubrir lo nuestro y traerlo de vuelta con intención. La terracota, si bien requiere ciertos cuidados, puede ser un bello protagonista en baños puertorriqueños. Cuando está bien sellada, es resistente, térmicamente fresca y visualmente cálida. Nos recuerda que lo antiguo no está pasado de moda, sino está lleno de alma.
Baños con alma: el caso de Puerto Rico
Usar terracota en baños en Puerto Rico es una decisión que une lo estético con lo funcional. Su propiedad térmica la hace perfecta para el clima tropical: se mantiene fresca bajo el sol caribeño, ayudando a regular la temperatura sin perder su calidez
visual.
Aunque es una elección de nicho, quienes la adoptan suelen estar conectados con su valor histórico, su belleza orgánica y su carácter atemporal. Es ideal para quienes valoran un estilo de vida más lento, consciente y conectado con la tierra. En un mundo que corre, estos espacios invitan a pausar.

Consideraciones para su uso en la isla
• Sellado profesional: Es crucial aplicar un sellador que proteja la losa del agua y de manchas. Existen opciones naturales y modernas que respetan su acabado mate.
• Ventilación: Baños con buena circulación de aire prolongarán la vida del material.
• Pisos, no duchas: Lo ideal es usarla en el suelo o como detalle en paredes alejadas del contacto directo con el agua.
• Combínala con materiales nobles: Madera, concreto pulido, lavamanos de cerámica artesanal y vegetación tropical realzan su belleza.
¿Y si apostamos por lo nuestro antes que sea "tendencia"?
Después de haberla redescubierto en Arizona y entender su raíz profunda en Puerto Rico, me pregunto: ¿cuántas veces descartamos materiales por considerarlos del pasado o poco "trendy"? Y sin embargo, la terracota nunca estuvo fuera de lugar. Solo necesitaba ser mirada con nuevos ojos. Una forma de volver a lo nuestro desde una mirada contemporánea.
Volver a la terracota es volver a casa. A lo simple. A lo que tiene historia y alma. Es también una forma de resistir la homogeneización del diseño y apostar por lo que nos distingue.
Como dice Bad Bunny en su último álbum: “hay que proteger lo nuestro para que Puerto Rico no viva lo que ya pasó en Hawaii.” Esa frase, aunque dirigida a temas como el turismo y la gentrificación, también puede aplicarse al diseño. Porque proteger lo nuestro no solo es defender la tierra, es también preservar los materiales, los símbolos y las formas que nos recuerdan quiénes somos.
La terracota, más que una tendencia, es una raíz. Apostar por ella es un gesto de resistencia cultural. Un sí al pasado, al presente, y a un futuro donde lo nuestro tenga un lugar.
Y así, entre vuelos y despedidas, entendí que un pedazo de hogar puede estar justo bajo mis pies. En los detalles más sencillos, donde el alma siempre ha sabido descansar.