Espacios con Alma

Frank, Suzani Daisy Cotton Sheet Set

Una cama bien vestida es una carta de amor a tu yo del futuro.
Por
Gabriela Fontán

Hay un mueble que guarda más de nuestra vida que cualquier otro: la cama. Es donde soñamos, descansamos, leemos, reímos, nos acurrucamos, lloramos. Y, sin embargo, tantas veces olvidamos tratarla como el santuario que es.

Daily Sleeper, The Bow Pajama Set

Si pensamos en la cama como ese refugio, entonces vestirla se convierte en un pequeño ritual de cuidado. No se trata de lujo entendido como precio, sino de lujo entendido como atención: la frescura de unas sábanas de algodón, la suavidad del lino lavado o la alegría de amontonar almohadas solo porque sí. Es elegir colores que levanten el ánimo, texturas que acaricien la piel y el simple placer de deslizarse en algo que se siente como un abrazo.

Pierre Frey, Braquenie Mauresque Pillow

Y, para llevar esta sensación un paso más allá, podemos rodear la cama de detalles que inviten al descanso: una cabecera tapizada o de madera que enmarca, un pie de cama con banco, baúl u otomano que invita a sentarse, lámparas suaves que dibujan el ambiente. Añade velas, difusores o flores para el ritual, una pila de libros o revistas en la mesita de noche, y una suave alfombra que reciba los pies cada mañana. Hasta los gestos más sencillos cuentan: un bed tray para desayuno en la cama, una fragancia de lino, un antifaz de seda, una jarra de agua y un vaso bonito. Jugar con colores y texturas variadas —lino, satén, algodón percal, lana tejida— es otra forma de convertir la rutina en celebración.

Diptyque, Tubereuse Candle, 600g

Piensa en ello como vestir tus horas de sueño del mismo modo en que te vistes para una ocasión especial. Porque cada noche es una invitación: a entregarte, a rendirte a la suavidad. Una cama bien vestida no es solo decoración: es una carta de amor a tu yo del futuro.

Slip, Libra Sleep Mask

A bed holds more of our life than any other piece of furniture: it is where we dream, rest, read, laugh, cuddle, and cry. Yet we often forget to treat it as the sanctuary it is. Dressing it becomes a gentle ritual of care—not luxury by price, but by attention: fresh cotton sheets, washed linen, and pillows piled for joy. Surround it with soft lighting, a padded headboard, a storage bench, candles, books, rugs, and thoughtful touches. A well-made bed is a love letter to tomorrow.