Por Connie Duprey y Luisa Escobar de Duar Design

La neuroarquitectura analiza cómo los espacios afectan emociones, memoria y conducta. Sus principios pueden aplicarse al diseño de muebles para promover bienestar.

Los muebles actúan como mediadores entre el cuerpo y el espacio. Un mobiliario neuroconsciente considera variables que van más allá de la estética. ergonomía, texturas, colores y formas, pues cada pieza es un estímulo que impacta nuestro estado mental. 

  • Ergonomía: no solo evita dolores, también reduce la fatiga mental.

  • Texturas y materiales: la madera aporta calidez, el metal transmite frialdad y los     textiles pueden despertar diversas emociones.

  • Colores: tonos suaves invitan a la calma; contrastes vivos estimulan la creatividad.

  • Formas: las curvas resultan más amigables y naturales que los ángulos rígidos.

Más allá de la arquitectura, los muebles son el punto de contacto directo entre el cuerpo y el espacio. El diseñador se convierte en un creador de experiencias emocionales, y los muebles pasan de ser objetos funcionales a aliados del bienestar físico y mental. El diseñador de mobiliario deja de ser solo un creador de objetos y se convierte en un escultor de emociones. Cada pieza es un puente entre la ciencia y la vida cotidiana: un escritorio puede facilitar el flujo mental, un sofá puede convertirse en refugio emocional.

Los muebles no son neutrales: influyen en nuestro cerebro tanto como la luz o el color de una habitación. Aplicar la Neuroarquitectura al diseño de mobiliario significa crear objetos que sostienen el cuerpo, pero también la mente. En un mundo acelerado, los muebles del futuro serán aliados silenciosos de nuestra salud emocional y cognitiva.