Por Connie Duprey y Luisa Escobar de Duar Design

En la actualidad, el diseño consciente ha transformado nuestra percepción de la arquitectura. Disciplinas emergentes como la neuroarquitectura —que estudia cómo los entornos afectan el cerebro y las emociones— están redefiniendo la manera en que concebimos los espacios habitables. Esta perspectiva también abarca el diseño de piscinas y áreas exteriores, posicionándolos como herramientas clave para el bienestar integral.

La presencia del agua activa el llamado “efecto azul”, un fenómeno que estimula la relajación, la creatividad y la reducción del estrés.

A su vez, los espacios al aire libre despiertan la libertad sensorial y responden a la necesidad biológica de conectar con la naturaleza. Las piscinas no solo cumplen una función estética y recreativa, sino que también actúan como espacios sociales y emocionales, fortaleciendo vínculos afectivos y el sentido de pertenencia.

No obstante, su impacto depende de un diseño intencionado que integre materiales naturales, una adecuada orientación solar y una fluidez espacial armónica con el entorno.

Hoy somos conscientes de que el bienestar no es un lujo, sino una necesidad. Los espacios exteriores bien diseñados no solo embellecen, sino que también pueden prevenir el deterioro cognitivo, reducir la ansiedad y fomentar la actividad física. Terrazas, jardines y piscinas se convierten así en lugares de encuentro, verdaderos oasis: una medicina silenciosa y profundamente transformadora.


Pools and outdoor spaces, when designed through the lens of neuroarchitecture, promote relaxation, creativity, and overall well-being. Water activates the “blue effect,” while open-air environments foster a deeper connection with nature. Thoughtfully designed pools and gardens support mental health, encourage physical activity, and strengthen social bonds—transforming these spaces into truly restorative oases.